martes, 26 de abril de 2011

Un Corazón Vacío

Empiezo a explorar los campos de la escritura de cuentos cortos. Empece con "23 de diciembre" y aquí traigo un material nuevo de tipo cuento. Esta vez algo mas triste y trágico. Dedicado a los lectores de Poe y Lovecraft.



Siempre lo he tenido todo: una familia excepcional y entregada a darme lo mejor, una madre abnegada de amor, de hermosa mirada y de tiernas caricias. Tengo amigos incondicionales que llenan de felicidad invaluable mi vida. Vivo en un hermoso hogar con una posición económica muy cómoda y disfruto de mi propio vehículo. Trabajo arduamente todos los días, y casi logro sentir en mis manos mi diploma universitario. Gozo del aliento de la juventud en su total plenitud, toco en una banda de Rock N’ Roll, ¡amo con locura la música y ella me llena como nada! Bien puedo tener a la orden de mi deseo la ingle inquieta de alguna Afrodita en busca de amor, aunque malgastase el  mío en una caricia desesperada. Lo tengo todo, una vida perfecta.

Paso mis fines de semana tocando y saliendo con mis amigos. Nunca tuve prejuicios con las drogas, de hecho, siempre amé beber alcohol, par de cigarros y fumar cannabis muy a menudo. Me llenaba de satisfacción hacer lo correcto, y disfrutaba como nadie lo “incorrecto” (visto desde un punto de vista social). Los excesos nunca intervinieron en mi trabajo o estudios, mi vida tenía un equilibrio perfecto entre diversión y responsabilidades. Tenía, repito, una vida perfecta, una que cualquiera envidiaría.

Sí… tenía una vida perfecta, pero cada momento, cada segundo en mi cabeza, el ruidoso llanto de la amargura irrumpía en mi felicidad. Cada día era más hermoso que el anterior, más vivo que el ayer y sin embargo, la tristeza envenenaba mi corazón, y casi podía sentir como se pudría lentamente en vida, latiendo con dificultad. Me inventaba excusas para dejar de sufrir, pero hacía ya mucho tiempo que mi guitarra había olvidado como calmar mis penas. Pasaba días al fuego de la brasa del alcohol, y en la psicodelia del cannabis. Me medique amistad, bebí del amor y me inundé de éxitos. Pero nada, nada logró calmar mi corazón, ardiendo en ferviente tormento.

Sólo delirio hallé en mi cabeza, buscando encontrar la solución. “¿Por qué? ¿Por qué me abrumo en tanto sufrir, si todo lo tengo?” pregunté sumido en desespero a la nada dentro de mi cabeza… y sólo el eco del silencio me respondió. Oigo en ocasiones muy seguidas, voces en mi cabeza que en tortuoso tormento me gritan y se burlan una y otra vez, manejando a su antojo mis emociones, vomitando injurias en mi corazón… ¡tendido de rodillas al capricho de la desdicha! que mórbida y despiadada ultraja mi alma.

¿Qué he hecho? ¿Qué mal he obrado para merecerme tanto sufrir? Oscura maldición, sangriento estigma en mi corazón. De tanto luchar conmigo mismo y pelear con la tortura, en desesperado intento de hallar tregua a tan profundo dolor, hace días ya que la razón tiró la toalla y se marchó, derrotada por el incomprensible sadismo de esta pena que sólo me hunde mas en melancolía.

La jeringa a mi lado ensangrentada, me libertó de mi dolor. El veneno carcome ya mis venas mientras escribo esta carta; pronto el llanto de mi dolor cesará por fin, y nunca más volveré a sufrir. Disculpen mi egoísmo por marcharme, pero su dolor será pasajero y vivirán felizmente en la dicha, sin la condena de sufrir como yo sufrí en vida. Siempre lo tuve todo, una vida perfecta… pero este oscuro vacío en mi corazón ennegreció mi alma, y la locura violó mi razón. Atrapado en esta tortuosa maraña, en la muerte buscaré la razón.

Hasta luego, si en la muerte te vuelvo a ver. En el centro de mi dolorosa locura, con fervor te amé.


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